04 Jul La maternidad como oportunidad
Las crisis son necesarias para crecer, así viene siendo desde los comienzos de la vida, desde que el espermatozoide atraviesa el óvulo hay una ruptura que hace avanzar, es una cuestión evolutiva y por tanto necesaria.
La maternidad es uno de esos momentos de crisis vital y de oportunidad de crecimiento.
Ya el embarazo nos hace tomar contacto y consciencia de nuestro cuerpo. Quizás ya lo teníamos, o quizás sea la primera vez que nos sentimos corporales, que reconocemos nuestro útero, nuestra vagina, nuestra vulva…
El cuerpo nos llama a gritos, nos ensanchamos, las tetas crecen, el deseo cambia, un olor nos lleva a un recuerdo, lloramos, empatizamos desde la piel…
El embarazo nos pone ante lo instintivo, ante lo primario… Nos lleva a un lugar que nuestra sociedad niega, al ser animal que somos, alejado de las prisas del cemento, de los pisos de 40 metros y de los horarios cuadrados. El instinto no entiende de palabras, de lecciones ni protocolos. El instinto vive y muere. Y así nos llega el embarazo, como una ola de vida y muerte.
Entonces hablamos de que no sabemos que nos pasa, que estamos raras y el miedo al riesgo de vivir nos paraliza. Desde ahí podemos elegir correr hacia lo de antes, donde el instinto está anestesiado, donde se vive en la superficie… O entrar, sumergirnos y arriesgarnos sin saber ni controlar lo que viene, aceptando vivir más auténticas y fieles a nuestro verdadero ser.
Embarazos a término, prematuros, abortados natural o voluntariamente, embarazos deseados o no, disfrutados o no… Todos nos hacen madres, en el cuerpo nos hacen madres.
Seas la madre que seas, viniendo de dónde vengas, hay cambios. Tu cerebro, tus hormonas, tus fluidos, tus caderas, tus fantasías, tus apetencias…
Hay una parte obvia, incuestionable, que se vive en el cuerpo y se ve en el cuerpo. Y hay una parte que no se ve y se cuestiona. Cuando mis hormonas bailan, mi sentir también. Cuando mi útero se expande, mi corazón también. Cuando albergo una vida en mi, sea por el tiempo que sea, la memoria celular de mi vida intrauterina se despierta.
Entonces te descolocas, te desbordas, te sientes sola, desubicada…necesitas sostén, escucha y acompañamiento, y no sabes donde acudir ni por donde empezar.
La maternidad es una momento único en el que la naturaleza nos coloca en un lugar de apertura, de intimidad y de contacto con una misma, con el entorno y con las necesidades auténticas. La maternidad diluye la línea entre el subconsciente y el consciente, nos pone en bandeja la posibilidad de revisar, de restaurar, de sanar…para, desde un lugar más saludable y amable, criar.
La maternidad es el lazo que une a toda la humanidad. La maternidad nos hermana.
Todo lo que te ocurre tiene sentido y necesita su hueco.
Tomar conciencia de ello es un primer paso esencial. Después, tu decides si aprovecharla o no.
Nadar en las profundidades de una misma requiere valentía. Puede ser un camino con senderos dolorosos y agotadores. Puede ser un camino intenso y duro. Y sobretodo, es un camino genuino que regala grandes dosis de libertad. Para que sea más amable y llevadero, el acompañamiento es altamente recomendable. El “yo sola puedo” nos viene muy bien a veces y otras son piedras sobre nuestro propio tejado.
Tanto el acompañamiento individual como el grupal son un bálsamo, una válvula de escape, un colchón donde dejarnos caer. Por lo que aunar en un mismo escenario maternidad, psicoterapia y grupo, es un abono maravilloso para la tierra fértil que somos.
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