26 Nov Sexualidad y Maternidad
A la sexualidad femenina la maternidad le viene como anillo al dedo. ¡Bendita seas! por fin llegaste. Tanto tiempo pendiente de qué quiere el otro, de si mi cuerpo es el adecuado, de si me tiene que gustar y no me gusta, de si me tiene que apetecer y no me apetece, de cuántas veces, de cuántos kilos, de cuántos orgasmos…¡Que “jartura” de métrica!
Ahora lo instintivo arrasa por fuerza mayor. Una vida te atraviesa, te chupa o manosea las tetas constantemente, te reclama, te mira, te sonríe, te despierta y te mantiene hormonada y viva, colgando de un hilo entre el sueño y la droga natural. Flotas y te caes. Te diluyes, te mimetizas, sientes todo tu cuerpo como se estremece, como chorrea, como llora o como duele.
Esto es sexualidad.
La sexualidad va primero que la maternidad, llegó antes, está siempre. Y el cómo haya sido tu relación con ella (osea contigo misma), va a decir mucho de como sea en tu maternidad. Así como la relación de sexualidades compartidas con el otro, la otra, los otros o quienes sean.
La maternidad y la sexualidad no se pueden separar, son hijas de la misma madre, que eres tú. Tu sexualidad nació contigo, así como tu potencial materno (lo lleves a cabo o no).
Los cuerpos femeninos, las curvas y recovecos de los templos de las mujeres, los ciclos, las sangres, las sabidurías, los dolores, los sentires, los placeres, las emociones y las intuiciones han sido relegadas a un segundo plano y puestas al servicio del “patriarca”, de la penetración, de la genitalidad, del objetivo orgasmo, de lo lineal, de lo estático, del hombre como genérico. A veces ha sido desde fuera, otras nosotras mismas nos hemos lanzado a ello.
Entonces llega el embarazo y el cuerpo se coloca ante todo, imponiendo su redondez, rebosando vida. Y luego el parto, abriéndote en canal, conectándote con tu lado más salvaje, arrancándote el aullido profundo, la fuerza instintiva para alumbrar. Y luego el posparto y el puerperio, derramando leche, lágrimas y babas. Desnuda a muchos niveles.
¿Hay algo más sexual que una mujer pariendo o en pleno puerperio? ¿Hay algo más íntimo?
Entonces me pregunto, ¿qué expectativa esconde “el choque entre maternidad y sexualidad”?
Que una mujer no quiera ser penetrada durante un tiempo es sólo eso, no que no sea sexual o no tenga deseo. El deseo siempre está y como todo lo vivo, es dinámico y se transforma.
Me gustaría que se diera la vuelta a la tortilla y se viera la otra cara. La del amante de esta mujer que parece que no tiene ganas de follar.
¿Cómo te acercas a ella? ¿Cómo la tocas? ¿Cómo le hablas, le susurras o la miras? ¿Conoces su cuerpo?
Si tu objetivo es la penetración y el orgasmo, es una oportunidad para resignificar tu y vuestra sexualidad, porque seguramente antes de la maternidad tampoco echaba fuegos artificiales.
Al ser un ámbito de profunda intimidad, la sexualidad se ve enormemente afectada por el patriarcado y se espera de ella una continuidad lineal, con objetivos y fases marcadas y rígidas que pueden incluso medirse en polvos. Desde lo femenino, aportamos lo sinuoso, lo sutil, lo dionisíaco, el placer por el placer, sin más objetivo que el de ser y estar.
El femenino y masculino son energías disponibles y danzantes en todo ser humano y en su equilibro hay gran poder. Por la sociedad en la que vivimos, las experiencias infantiles, los valores y creencias integrados, el masculino toma la delantera en la sexualidad, por eso la maternidad puede ser un punto de inflexión idóneo para redescubrir los cuerpos, el contacto y los placeres.
Cuando las mujeres y madres en terapia me decís “ no tengo ganas” siempre digo “¿De qué no tienes ganas y de qué si tienes ganas?”
Porque cuando no hay ganas de una cosa, si las hay de otra. Es poner la mirada en lo que sí y saber que eso también es sexualidad.
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